Hace unos días vino a mi casa Luis Feduchi y cuando le dije que echara un papel en el contenedor que tenemos para el papel, respondió: "¿Porque tengo yo que ahorrar dinero a los que han conseguido la gestión de las basuras con las que se enriquecen, ahorrándoles un puesto de trabajo? Otra cosa sería que la gestión fuera a cargo del ayuntamiento con lo cual mi participación recaería en el bien público, pero si el ayuntamiento la ha vendido o regalado a un particular, que sea el particular quien se ocupe del reciclaje, no yo."
Nunca lo había visto desde este punto de vista. Estuve pensando un buen rato en ello y finalmente esto es lo que escribí y que publicó a los pocos días El Correo de Bilbao.
Nunca lo había visto desde este punto de vista. Estuve pensando un buen rato en ello y finalmente esto es lo que escribí y que publicó a los pocos días El Correo de Bilbao.
LAS BASURAS DE LOS RICOS
A Luis Feduchi
Vamos a olvidar por un momento los casos de corrupción de nuestros
más insignes políticos, empresarios y banqueros que cada mañana encontramos en
los periódicos. Vamos a olvidar igualmente que son capaces de sacar oro de
cualquier cosa que se les ponga por delante, sean sus semejantes, sean los
negocios que se inventan, sean las subvenciones que reciben del gobierno o de la UE, sean finalmente los desperdicios y miserias de nuestras
vidas. Y miremos la realidad con toda la inocencia que nos sea posible.
Es evidente que la basura produce grandes beneficios dados
los casos de alcaldes y alcaldesas que conceden su gestión a sus amigos que aunque van siendo imputados uno tras otro, nunca ni devuelven el dinero ni son sancionados o castigados. Y por
otra parte es cierto que con el dinero público se nos enseña a cómo deshacernos de tanta
porquería como creamos y acumulamos para que ordenadamente la dispongamos en contenedores
expresos para cada tipo de desecho: cristales, papeles, tetrabrikes y latas, y
basuras propiamente dichas, a fin de que reciclemos convenientemente y las
basuras lleguen a su destino debidamente ordenadas para ser tratadas,
recuperadas o transformadas más fácilmente, con lo cual, al parecer, ayudamos a que
la naturaleza no esté tan erosionada y putrefacta como lo estaría en caso de
que no lo hiciéramos.
Pero ¿cuál es el destino de las basuras que hemos ordenado
siguiendo los sabios consejos de la Administración que, con nuestro dinero -permítaseme que insista- nos va introduciendo en la ciencia del reciclaje?
Pues el destino de las porquerías que acumulamos no es otro,
en los casos en que las gestión se ha privatizado, que las grandes empresas de
sus amigos a las que aquellos alcaldes y alcaldesas, imputados o no, concedieron
por nada, o por una minucia, el beneficio de gestionar las basuras y hacerse
con sus resultados económicos.
Y yo me pregunto ¿por qué tengo yo que trabajar para
ahorrarles a las grandes empresas beneficiarias de la gestión de las basuras,
los sueldos de las personas que harían profesionalmente lo que yo, en mi
inocencia, hago en el ámbito familiar, convencida de que trabajo por el bien
del Planeta? Y ¿por qué el dinero público que no sirve para mantener camas en
los hospitales ni maestros en las escuelas, lo utilizamos para convencer al pueblo
de que trabaje por el beneficio de las grandes empresas que gestionan tan
brutales desperdicios?
No quiero decir con esto que esté en contra del reciclaje,
no, por supuesto que no, sino solo quiero
llamar la atención de cuán fácil es colaborar con la corrupción que, aun
sin querer pensar en ella, me acosa por todas partes y, lo que es peor, con la
ayuda del dinero oficial que precisamente en estas fechas recoge la Administración,
no de las empresas que se enriquecen con nuestro trabajo y nuestra basura, sino
con los impuestos que pagamos los que no pertenecemos a esa casta de poderosos
depredadores como los que aparecen cada
mañana en el periódico para amargarnos el primer café.