domingo, 15 de febrero de 2015

Algo habrá que hacer ante tanto desvarío

Queridos amigos,
Todos sabemos que vivimos un momento político y social difícilmente imaginable hace apenas cinco años. Día a día nos enteramos de más y más descalabros por parte de prohombres de la vida del país que hasta hoy  se lucían a todas horas como representantes de nuestra cultura y de nuestra vida pública.
Robos a mansalva aprovechando su inclusión entre los mandatarios de las cajas, miembros de mafias que extienden sus redes por cualquier institución donde haya dinero público que enviar a Suiza, fortunas escondidas en las cuentas secretas de los paraísos fiscales, leyes que se llevan como el viento nuestros derechos democráticos, y mentiras a todas horas y en boca de todos los que quieren justificar sus errores, manipulaciones o delitos.
No sabemos aún cómo reaccionará en las urnas la conciencia de quienes defienden la ideología de estos presuntos delincuentes, pero una buena parte del país siente vergüenza, indignación y asco.
La misma, por otra parte que sentimos cuando vemos consternados cuales son las consecuencias de esos comportamientos que no tienen otro fin que dejar sin recursos ni defensa a los menos favorecidos, para que bancos y poderosos disfruten de amnistías diversas, ventajas fiscales, donaciones multimillonarias que no cuentan como rescates, y connivencia con los ricos para que sus fortunas puedan vivir en negro.
Uno de los escándalos más extendidos y que no remite cuyo último objetivo es enriquecer a los bancos y dejar sin techo a quienes por ser víctimas de una crisis que ellos no han provocado, no han podido pagar su hipoteca, es el espectáculo del que somos testigos todos los días del año y a todas horas: los desahucios que no cesan por más que sean injustos, por más que se haya pedido dación en pago que no se acepta, por más que el ejecutivo defienda que cada día hay menos y por más que esos mismos bancos y los que se han hundido por la codicia de sus dirigentes, hayan recibido más de 180.000 millones de euros en ayudas públicas, es decir pagando todos nosotros.
Cada 15 minutos una familia es desahuciada en España, entra en sus casas la policía, los echa y el piso pasa a ser propiedad del banco, pero no por esto el propietario desahuciado ha pagado su deuda porque hasta que muera será deudor del banco por la cantidad  que le quedaba por pagar.
Ante tan flagrantes brutalidades, todos reaccionamos como podemos y como sabemos, con protestas, manifestaciones y sobre todo fortaleciendo nuestro criterio que se nutre de las siniestras informaciones que recibimos y de los espectáculos despiadados e injustos que contemplamos, y que nos ayudará a dirigir el voto lejos de o de los partidos de la situación dramática que hoy estamos viviendo.
En este sentido es reconfortante ver reacciones de compromiso con los ultrajados, y de protesta y denuncia contra las impunes actuaciones del poder,  desde lo que cada cual es, desde su ideología y su pensamiento, desde sus posibilidades, y con el arma de su profesión.
Los ejemplos son múltiples, recordemos el  documental de David Fedele sobre la vida de los migrantes en el monte Gurugú; los vídeos recogidos sobre la tragedia de Tarajal en Ceuta donde 15 inmigrantes fueron atacados por la policía y perdieron la vida; o la reciente Ciutat morta ni oblit ni perdó, que cuenta lo ocurrido en el caso 4 F denunciando las presuntas manipulaciones de la policía en un caso a todas luces falsamente cerrado. Y mas, y más, cada día más ejemplos de denuncias presentadas y explicadas desde los elementos que cada cual tiene a mano, desde su profesión y su criterio, como respuesta a situaciones en las que poca gente cree que se haya hecho justicia.
Lo mismo ocurre ahora con, la película dirigida por Eduard Cortés y producida por Bausán Films, CERCA DE TU CASA, que trata  sobre los desahucios y quiere demostrar que el desahuciado no es un fracasado, sino que el fracaso es del sistema. Y lo hace, con un lenguaje musical  liderado por la cantante, y ahora actriz, Silvia Pérez Cruz y los actores Lluis Homar, Adriana Ozores, Manuel Morón e Ivan Massegué, entre otros.
Todos estos proyectos esconden siempre una historias de dificultades y de ideas y entusiasmo para solventarlas. En este caso se ha  tardado dos años en arrancar el rodaje, pero no por falta de trabajo ni de ganas, sino por encontrar una solución a las dificultades económicas de un momento tan poco propicio  para la cultura y el compromiso como el actual, además de las propias de una  película cuya temática es incómoda y polémica. Pero se han ido encontrando soluciones: todos y cada uno de los que forman el equipo técnico y artístico participan aportando sus horas/días/meses de trabajo y la cantidad económica que cada uno haya podido. Se han sumado al proyecto TVE y TV3 y los socios y amigos de la productora, Bausán Films y de la gente del equipo. Aún así algo faltaba para poder terminar un proyecto que, de todos modos, está ya en su segunda semana de rodaje. Y se les ocurrió poner en marcha un Micro mecenazgo  para ampliar y extender el ámbito de los posibles colaboradores.
Por razones personales y sociales, esta película me toca de muy cerca, por esto he colaborado yo también y voy pasando la información a mis amigos y conocidos como ahora lo hago con todos vosotros, convencida de que se trata de un proyecto necesario, justo y digno de ayuda.
En la plataforma Goteo https://goteo.org/project/cercadetucasa/ podréis ver el  tráiler de la película, y toda la información artística y económica de un proyecto, CERCA DE TU CASA, que no exige ser millonario para ser colaborador,  porque cualquier persona que crea en él puede serlo a partir de 10€ y sobre todo reenviando a sus amigos esta información.

Muchas gracias a todos por vuestra ayuda, 

domingo, 1 de febrero de 2015

La herencia del pujolismo

A veces me pregunto en qué habrá influido en la política catalana de hoy, haber tenido como líder supremo a un hombre que mientras decía enseñarnos lo que eran la moral, la política y la patria, mantenía una fortuna de origen dudoso a resguardo de impuestos en un país extranjero. Porque repasando esos 23 años de gloria pujolista, no vemos que el amado líder, con sus constantes y definitivos apoyos a los gobiernos centrales, hubiera obtenido para Catalunya nada digno de tenerse en cuenta, ni siquiera un triste AVE con que redondear los Juegos Olímpicos del 92. En cambio nada le costó lograr que no le fuera imputado ni a él ni a su gobierno ninguno de sus errores, carencias o mala suerte sino que el verdadero culpable de todo fuera  “Madrid” que, desde entonces, se ha convertido en el comodín para justificar fallos propios y ajenos que tengan que ver con Catalunya.
Aún así, son muchos los que se preguntan si no será que sus constantes viajes a la capital tuvieron como objetivo no el AVE precisamente, o una mejor financiación, sino más bien evitar  posibles fugas de información sobre su fortuna extranjera y otras actividades financieras que, estando como estaban en boca de todos los catalanes, no es creíble que no lo estuvieran también en las de los gobiernos de turno para utilizarlas a su conveniencia.
Todo es posible, pero no se trata de esto ahora sino de saber que hay en nuestra situación política de hoy que pueda considerarse herencia del pujolismo. Porque el panorama es un tanto incomprensible: gobiernan en Catalunya dos grandes partidos: CIU por ganar las elecciones y ERC por apoyar la endeble minoría de CIU, pero ni el primero es realmente independentista por más que así pretenda pasar a la Historia, ni el segundo, aún llamándose de izquierda, lo es tampoco. Mientras tanto parte de la población que voló entusiasmada hacia esa independencia -prestigio de uno y pasión del otro- vacila entre la necesidad de creer en los extraños e incomprensibles movimientos de Mas, delfín del Pujol, y la necesidad de plantearse un modelo de estado sobre el que nadie ha debatido aún, porque se ha vivido en la convicción de que no hacía la menor falta definir ese modelo, ya que sería la propia independencia la que traería consigo el mundo mejor que todos deseaban.
Ahora, aturdidos por tantos intentos de votación, convocatorias y elecciones, peleas y reconciliaciones, apoyos y retiradas de apoyos, muchos independentistas ya no saben qué  independencia quieren. Y si se ponen a pensar por su cuenta, tal vez descubran que, sea la que sea, habrá que luchar por ella de  la mano de Mas, el Moisés de CiU, o del líder de ERC tan inocente que renuncia a sus ideas sociales a cambio de proclamarla.
Pero nadie habla de estas cosas, casi nadie. Nadie sabe, nadie contesta, de ahí que vislumbremos en ese silencioso caos que vivimos los catalanes, atisbos de la herencia pujolista recibida tras esos 23 años durante los cuales, confundidos con la patria, la moral y lo que fuere, recibimos  incuestionable aleccionamiento sobre la grandeza de nuestro acrítico proceder. 
Y ahora, entre la irrupción de la Judicatura en la modélica familia de Pujol y los líos que se traen a diario esos dos partidos que tanto presumieron de unidad, nos hemos quedado desconcertados, silenciosos.
¿De quien será la culpa esta vez?