lunes, 28 de julio de 2014

LAS BASURAS DE LOS RICOS

Hace unos días vino a mi casa Luis Feduchi y cuando le dije que echara un papel en el contenedor que tenemos para el papel, respondió: "¿Porque tengo yo que ahorrar dinero a los que han conseguido la gestión de las basuras con las que se enriquecen, ahorrándoles un puesto de trabajo? Otra cosa sería que la gestión fuera a cargo del ayuntamiento con lo cual mi participación recaería en el bien público, pero si el ayuntamiento la ha vendido o regalado a un particular, que sea el particular quien se ocupe del reciclaje, no yo."
Nunca lo había visto desde este punto de vista. Estuve pensando un buen rato en ello y finalmente esto es lo que escribí y que publicó a los pocos días El Correo de Bilbao. 

                                               LAS BASURAS DE LOS RICOS
                                                              
A Luis Feduchi

Vamos a olvidar por un momento los casos de corrupción de nuestros más insignes políticos, empresarios y banqueros que cada mañana encontramos en los periódicos. Vamos a olvidar igualmente que son capaces de sacar oro de cualquier cosa que se les ponga por delante, sean sus semejantes, sean los negocios que se inventan, sean las subvenciones que reciben del gobierno o de la UE, sean finalmente los desperdicios y miserias de nuestras vidas. Y miremos la realidad con toda la inocencia que nos sea posible.

Es evidente que la basura produce grandes beneficios dados los casos de alcaldes y alcaldesas que conceden su gestión a sus amigos que aunque van siendo imputados uno tras otro, nunca ni devuelven el dinero ni son sancionados o castigados. Y por otra parte es cierto que con el dinero público se nos enseña a cómo deshacernos de tanta porquería como creamos y acumulamos para que ordenadamente la dispongamos en contenedores expresos para cada tipo de desecho: cristales, papeles, tetrabrikes y latas, y basuras propiamente dichas, a fin de que reciclemos convenientemente y las basuras lleguen a su destino debidamente ordenadas para ser tratadas, recuperadas o transformadas más fácilmente, con lo cual, al parecer, ayudamos a que la naturaleza no esté tan erosionada y putrefacta como lo estaría en caso de que no lo hiciéramos.

Pero ¿cuál es el destino de las basuras que hemos ordenado siguiendo los sabios consejos de la Administración que, con nuestro dinero -permítaseme que insista- nos va introduciendo en la ciencia del reciclaje?

Pues el destino de las porquerías que acumulamos no es otro, en los casos en que las gestión se ha privatizado, que las grandes empresas de sus amigos a las que aquellos alcaldes y alcaldesas, imputados o no, concedieron por nada, o por una minucia, el beneficio de gestionar las basuras y hacerse con sus resultados económicos.

Y yo me pregunto ¿por qué tengo yo que trabajar para ahorrarles a las grandes empresas beneficiarias de la gestión de las basuras, los sueldos de las personas que harían profesionalmente lo que yo, en mi inocencia, hago en el ámbito familiar, convencida de que trabajo por el bien del Planeta? Y ¿por qué el dinero público que no sirve para mantener camas en los hospitales ni maestros en las escuelas, lo utilizamos para convencer al pueblo de que trabaje por el beneficio de las grandes empresas que gestionan tan brutales desperdicios?


No quiero decir con esto que esté en contra del reciclaje, no, por supuesto que no, sino solo quiero  llamar la atención de cuán fácil es colaborar con la corrupción que, aun sin querer pensar en ella, me acosa por todas partes y, lo que es peor, con la ayuda del dinero oficial que precisamente en estas fechas recoge la Administración, no de las empresas que se enriquecen con nuestro trabajo y nuestra basura, sino con los impuestos que pagamos los que no pertenecemos a esa casta de poderosos depredadores como los que aparecen  cada mañana en el periódico para amargarnos el primer café.

domingo, 22 de junio de 2014

Miedo a la verdad

Tanto si coincide con lo que defendemos como si no, hay miedo a conocer la verdad. De ahí que nuestros gobernantes, que son capaces de cambiar la Constitución en un plis plas para que la Deuda sea una prioridad que vaya por delante de los derechos sociales, recurran siempre al pretexto de que nuestra Constitución no permite que se hagan consultas ni referéndums, por lo menos cuando se trata de saber lo que los ciudadanos piensan, que ya los representa el jefe partido que votaron, aunque diga sandeces sin sonrojarse como que está por la República
 e igualmente por la monarquía.
Veamos, la consulta que el pueblo catalán pide no es una consulta para ser o no ser independientes, sino para saber y conocer cuántos de los ciudadanos lo serían si pudieran. Lo que significa que de ganar los que quieren ser independientes no lo serían al día siguiente. Se supone, si los líderes son sensatos y las masas votantes ejercen el derecho a conocer lo que votan, que se abriría un largo periodo de debate sobre el modelo de Estado que se quiere, y de paso conocer que es lo que el señor Mas tiene en mente para esta Catalunya independiente que ahora quiere proclamar. O como todos nos tememos, sería más de lo mismo. Pero al mismo tiempo habría que iniciar una serie de gestiones con el gobierno de España para ver como se enmarca este deseo de la gente en la Constitución que, como ya hemos visto, se cambia en un abrir y cerrar de ojos.
Con el referéndum de Monarquía y República ocurre igual. Todos los voceros de radios y televisiones presumen de saber qué quieren los españoles y de paso insultan un poco a sus contrarios.  De hecho ni el ex rey ni el actual tienen la más mínima idea de cuántos son los ciudadanos que de verdad los aceptan.
¿No sería mejor para todos que conociéramos de primera mano quienes quieren ser independientes -de la independencia del señor Mas, que esta es otra-, quienes quieren ser federalistas o cuántos ya están bien como están? ¿No sería igualmente mejor que tanto la casa Real como los que dicen gobernarnos, supieran como piensa el país? Incluso el flamante Felipe VI estaría más cómodo sabiéndolo. Y a lo mejor incluso gana. Y de paso  la monarquía quitaría el lastre de proceder legalmente del franquismo: ahora sí sería la voluntad del pueblo.
Pues no, no quieren saber, les va mejor así, diciendo un día una cosa y otro día otra, como si una forma de gobierno sólo fuera un tema de conversación, una forma de buscar siempre negativas a los deseos  de los ciudadanos.
Lo cierto es que si tanto al PP como al PSOE, tan amigos ahora, y a los que colaboran con ellos, no quieren saber lo que desea el pueblo que les vota, es porque la verdad les asusta. Prefieren moverse en el ámbito de la duda, de la suposición, porque así pueden presumir que saben lo que no saben, sin miedo a que se les contradiga.
En este país nuestro, tenemos tendencia a cubrirlo todo con  la espesa niebla de la ignorancia.